La avenida Lezica es un tramo característico de la ciudad, en buena medida, por su vegetación: una cortina continua de eucaliptos, que en su mayoría fueron plantados en la zona entre 1868 y 1872, y que aún se pueden apreciar, no sólo por esta vía circulatoria sino en toda la villa. Santiago Rusiñol escribe en un libro de viajes por el Nuevo Mundo: “Siempre que siento olor a eucaliptus me recuerdo de Villa Colón”.
Este tipo de vegetación, sustituida parcialmente por plátanos en sectores próximos al arroyo Pantanoso, facilita la percepción homogeneizada de un tejido que, si bien presenta pautas asociativas comunes, plantea contemporáneamente nítidas diferencias entre las dos aceras.
El importante retiro frontal y las correspondientes afectaciones laterales le dan características a la ocupación puntual del predio de las casas-quinta, que a partir de la creación de la Villa inician su desarrollo en esta avenida, que el propio Lezica construye de su peculio personal.
Las sucesivas sustituciones han sido planteadas de acuerdo a modalidades distintivas. Por un lado, la generación de viviendas unifamiliares exentas, con diferencias arquitectónicas con las antecedentes. Por otro, la inserción de conjuntos habitacionales y servicios públicos, preferentemente en la acera oeste, que modifican sustancialmente la definición del tejido y en forma más atenuada el perfil de la arteria.
A pesar de las distorsiones mencionadas, el ancho de la avenida, el arbolado y la persistencia de determinados tipos edilicios mantienen las particularidades de esta trama periférica.